El primer país que visité en África fue Namibia, pero quise separar este blog de paisaje y cultura, ya que al desarrollar todo junto con su vida salvaje, me parecía que no le daba el espacio que este se merecía.
Hay algo especial en el continente africano que te atrapa; se cree que en este continente es donde se desarrollaron los primeros seres humanos (Homo Sapiens), y por ende, nos sentimos atraídos de una u otra forma a este continente, es como si nuestro corazón se sintiera tranquilo en este lugar.
Cuando hablas de Africa, posiblemente de una vez se te viene a la mente toda su gran fauna, pero Namibia me impresionó con sus paisajes desérticos y su cultura de una manera que me enamoró.
Sus altas dunas y paisajes desolados, te hacen pensar lo pequeño que somos ante semejante inmensidad, de alguna u otra manera encontramos nuestro corazón en la soledad, y Namibia puede mostrarte mucho de esto, pero de una manera majestuosa. Sus patrones y formas en las dunas son perfectas para fotografiar con luz de amanecer y atardecer, ya que se crean sombras curvilíneas que se marcan con los rastros que el viento ha moldeado.
Desde mi experiencia personal, puedo dar fe que estos desiertos, son posiblemente de los lugares menos contaminados lumínicamente; cuando nos sentábamos en el desierto luego de esperar la noche para astrofotografía, nos quedábamos acostados observando la vía láctea, es como estar dentro de ella, logras ver nebulosas, estrellas fugases, constelaciones, etc. Es mágico e irreal.
Algo que definitivamente es un factor crucial para que siempre quieras volver a estas tierras, es su gente y su cultura. Namibia es de los lugares en Africa que menos presentan pobreza extrema, pero sí que la hay, el poco tiempo que pude relacionarme con sus tribus lejanas, me han enseñado a valorar más mi alrededor.
Estuvimos interactuando con la tribu Himba, la misma, es de las tribus más documentadas de Africa. Es fácil de reconocer, porque las mujeres llenan su pelo con ocre marrón, lo cual lo vuelve un rasgo único e irrepetible, entre las tribus africanas, los Himba se encuentran al norte del país, casi en lugares fronterizos con Angola, el lugar que visité fue Opuwo, y ha sido algo más que una simple visita, me ha tocado el corazón hasta lo más profundo.
No me había bajado del autobús, cuando ya habían niños que jugaban con mis anteojos de sol, trataban de jugar, modelar, etc. Ver su felicidad solo me provocaba seguir con ellos, algunos se asombraban al ver sus caras reflejadas en los anteojos, otros más atrevidos, les ilusionaba ver sus fotos en la pantalla de la cámara, y era su momento feliz.
Ver la felicidad en estos niños, es algo que me hace pensar, lo mal agradecido que somos muchas veces, porque buscamos felicidad en muchas cosas, pero ellos con nada, siempre tenían una sonrisa para regalar, relacionarnos con la tribu Himba, ha sido de los momentos más gratificantes, pero también ha sido un constante pensamiento por no olvidar que una gran parte del mundo vive esto, una pobreza extrema, y muchas personas lo ignoran, y ahí es cuando una fotografía toma más fuerza, y pasa a ser un arma para mostrar una realidad innegable.